¿Por qué a veces no entiendo a los demás y otros no me entienden a mi?

¿Por qué a veces no entiendo a los demás y otros no me entienden a mi?

Hoy  en una sesión con una clienta, mientras intentaba explicarle el porqué ella ve las cosas distintas a como las ve su hermana y el porqué otras personas no afrontan este confinamiento por el  COVID como lo vive ella, se me ocurrió darle la siguiente imagen gráfica y la explicación que le acompaña para ayudarle a entender por qué las personas interpretamos las cosas de diferente forma.

Le pedí que imaginase un edificio muy muy alto y muy muy ancho. En ese edificio hay muchísimas ventanas que dan a la misma fachada, tantas que quizás hay cientos, miles o quizás millones. Ya sabemos que el edificio es muy muy alto y muy muy ancho.

Justo delante del edificio hay unos bloques de hormigón que configuran una valla gris oscura y abrupta, y tras esta valla se atisba la parte alta de una espesa jungla y detrás de dicha espesa jungla hay unas montañas. En las montañas se aprecia a lo lejos un camino empinado pero continuo que recorre todas las montañas y te lleva al otro lado de las montañas donde nadie alcanza a ver desde el edificio. Y  a lo lejos por encima de las montañas se divisa una gran puesta de sol tan maravillosa y de tan vivos colores  que te deja en éxtasis al contemplar su belleza.

Imaginemos que desde cada ventana se asoman personas, algunas se asoman desde la misma ventana y otras se asoman desde ventanas totalmente opuestas. Pongamos  que, por ejemplo, una se asoma desde el primer piso por la primera ventana y desde el lado derecho del edifico  y otra persona se asoma justo desde el lado opuesto, el lado izquierdo del edificio y desde el piso más alto a muchos, muchísimos metros del suelo y por tanto a muchísimos metros de distancia del primer piso desde donde esta asomada la otra persona de este ejemplo.

Imagina qué describirían estas dos personas sobre su experiencia de estar asomados a las ventanas cada una con la perspectiva que tienen desde lugares tan alejados aunque asomados por la misma fachada.

Efectivamente las respuestas de cada persona serían muy distintas aun coincidiendo en algunos datos objetivos como por ejemplo, si perciben que es de día o de noche, la temperatura, y otros elementos por el estilo. Muy probablemente  que la de abajo no ve la puesta de sol, ni las montañas porque se lo tapa la espesa jungla con árboles muy altos y frondosos. Sólo verá la calle delante del edificio y la valla que no le deja ver ni la parte baja de los árboles aunque vea las copas de los árboles. Probablemente se fijara consciente o inconscientemente en el color gris de la valla y esperemos que si se fije en el verde de las copas de los árboles y otros elementos frente a sus ojos, ya que desde el primer piso si es más consciente de, por ejemplo, el material del que está hecho el suelo antes de la valla y la propia valla, pues esta no está a más distancia de sus ojos que 2 metros.

Por su parte la persona asomada en el lado contrario y en el piso más elevado puede ver por encima de la valla, las copas de los árboles, las montañas con sus caminos que las recorren en diferentes direcciones y la maravillosa puesta de sol. Puede divisar las copas de los árboles y hasta donde alcanza la jungla, así como el lugar o la distancia a la que se encuentran las montañas. Sin embargo, no ve la valla, apenas vislumbra de qué material está hecho el suelo de la calle. No ve a la gente paseando, solo divisa diminutos puntos que se mueven como si fuesen hormigas.

REFLEXIÓN 1: ¿Podrán entenderse entre ellos cuando cada cual expresa cómo ve el mundo, su realidad,  desde su ventana?

Será complicado ¿verdad?. Cada uno está viendo cosas diferentes desde sus perspectivas visuales que les permite la ventana desde la que se asoman. Razón por  la cual no vemos el mundo como lo ven otras personas. Simplemente no están en la misma ventana que tú, ni a la misma altura desde el suelo y muy a menudo ni siquiera en  el mismo lado del edificio. Muy a menudo obviamos este hecho y nos enfadamos cuando los demás no nos entienden y nos frustramos cuando no entendemos a los demás. Simplemente, no es posible tener, “exactamente“, la misma perspectiva.

Para complicarlo todavía más….

REFLEXIÓN 2: ¿En cuál de las ventanas crees que hay más ventajas para observar el exterior?

A primera vista podríamos elegir ser la persona que mira por la ventana más elevada para tener las mejores vistas y creemos que eso sería genial porque seríamos privilegiados y, tal vez, los únicos en  poder ver esa maravillosa perspectiva. Pero no tiene porque ser así…hay unos inconveniente que podrían hacer que asomarse a esa ventana no sea la experiencia tan maravillosa que debería de ser.

Esto se puede volver en nuestra contra al ver el mundo  tamizado por filtros instalados en la mente, filtros que distorsionan lo que se observa. Estas distorsiones pueden ser los programas instalados en tu infancia y adolescencia provenientes de los elementos de tu crianza y desarrollo madurativo como persona. Todos tenemos influencias de la educación recibida, de los padres y familiares que nos han criado y no siempre ha sido en las mejores condiciones. Sin extenderme en este tema, además contamos con una predisposición genética que nos hace ser más sensibles, más atrevidos, más resilientes, etc…… ¡o no serlo!. De ahí las diferencias entre hermanos criados en la misma condiciones donde uno vive su vida superándose en cada paso y otro vive hundiéndose cada vez más. Uno sería un resiliente y la otra persona viviría su vida desde la indefensión adquirida sintiéndose siempre una víctima del entorno cuando en realidad llega un momento en que la persona pasa a ser víctima de sí misma y de sus circunstancias sin pedir ayuda.

Ya sea un caso o el otro el resultado es que todos estos programas instalados en nuestra mente conforman nuestras creencias empoderadoras o limitantes sobre el mundo, sobre mí mismo y sobre los demás y que configuran, entre otras cosas, mi autoestima y un “desde dónde” me relaciono con otras personas y con el entorno. También influyen en lo que pienso cuando me asomo y veo el mundo desde una ventana y cómo interpreto lo que veo o cómo creo que será mi vida por lo que veo e interpreto. Porque más poderoso que lo que veo es como lo interpreta mi mente y en función de cómo lo interpreto así me comporto y así siento y así decido si soy feliz o no tanto si miro por la ventana más cerca del suelo o si es la que está más cerca de la azotea del edificio.

Para que se entiendan estas palabras lo voy a poner en ejemplos muy exagerados.

Diferentes formas de interpretar lo que ven 2 personas que se asoman por la ventana más cerca del suelo:

Sujeto A. Piensa: que bien me hace sentir estar tan cerca del suelo, me hace sentir seguro. Si lo necesito podría dar un salto y de un brinco estar en la calle. No me gusta el color gris de esa valla pero pienso comprar pintura de vivos colores y salir a decorar esa valla tan sombría para que tanto yo como otras personas podamos ver una valla más alegre que nos de vida cada día que nos asomamos a esta ventana. Qué suerte estar en el primer piso, evito coger el ascensor para estirar las piernas y si un día se estropea el ascensor no lo echaré de menos.

Sujeto B Piensa: no me gusta vivir tan cerca del suelo, creo que un día puede entrar alguien por la ventana y darme un susto, de modo que la tendré siempre cerrada para sentirme seguro. ¡Qué asco de valla siempre tan gris!, se parece a  mi día a día todo lo veo gris como esa valla tan fea. Me pregunto si el resto de  mi vida esa valla estará ahí delante. No me veo capaz de soportar que este ahí y no puedo hacer nada para cambiarlo.

Diferentes formas de interpretar lo que ven 2 personas que se asoman por la ventana más lejos del suelo:

Sujeto C. Piensa: ¡qué agradecimiento siento por  estar contemplando estas maravillosas vistas!. Siempre siento agradecimiento por todo lo bueno que me rodea, incluido cuando vivía en el primer piso de este edificio y un día decidí pintar aquella valla tan gris y sustituir su lúgubre tono por vivos colores. Eso cambió mi vida y la de muchos y me empezaron a ir bien las cosas. He pasando por habitar en todos los pisos que ahora están debajo de este en el que ahora vivo. Fui aprendiendo a ser cada día mejor y a soltar y liberarme de todo lo que no me hacía evolucionar y de todo aquello que me hacía mal en mi vida y mi felicidad. Estoy con ganas de ver que otros aprendizajes me trae la rica paleta de colores que tiene la vida y saborearlos con detenimiento sin perderme nada.

Sujeto D. Piensa: ¡no me gusta vivir tan arriba!. Tengo vértigo, lo he tenido siempre. Aunque a veces se me olvidaba y conseguí avanzar en diferentes áreas de mi vida incluida aquella época gris en que todo me parecía que jamás podría ser feliz. Me ha costado pero con ayuda he ido superándome. Aun así se que me quedan cosas que resolver, conflictos que solucionar en mi interior. No obstante, ¡aquí estoy!, aunque no sea capaz de asomarme a la ventana, no porque crea que alguien va a entrar por ella sino por si un día me vuelvo loco y me da por saltar. Esa puesta de sol de colores tan vivos me parece irreal porque la vida es dura y no me gusta que los colores me hagan relajarme porque siento que tengo que estar en guardia por si algo horrible e inesperado aparece en mi vida. Creo que no podría soportarlo. Tengo mis dudas sobre ello.

 

Como se puede comprobar en estos ejemplo hay  formas muy distintas de interpretar la realidad aunque objetivamente estén mirando desde la misma ventana las personas A y B y las C y D. Todas ven su propia realidad conformada con los filtros que hay en su mente, con los programas conscientes o inconscientes que operan en su mente y desde donde interpretan su mundo interior y exterior.

En muchos casos tras un trabajo personal, ya sea por si mismos o con un terapeuta, esos programas son eliminados y/o sustituidos por otros más adaptativos que le abren a la posibilidad de poder sacar el mejor partido a las “vistas”, su interpretación de la realidad que tengan delante o dentro de ellos mismos, independientemente de la ventana desde la que miren.

 

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