Cuando fui consciente de lo que iba a suponer el confinamiento para mí, el mundo se me cayó encima. Lo primero que una piensa es en cómo huir de esa situación y al no encontrar solución, me sentí desolada, confusa, muy enfadada, rabiosa, angustiada y con un nivel de ansiedad altísimo.
En esas estaba, cuando empecé la terapia de EMDR con María. Cuando empiezas una terapia, tienes siempre muchas dudas y aunque tienes esperanza de mejorar no sabía hasta que punto ella me iba a poder a ayudar. En ese momento, casi estaba convencida que nada de lo que pudiese hacer, me aliviaría todo ese dolor.
Pero lógicamente, en esos momentos, no tienes la capacidad de pensar de una manera racional. Y desde la primera sesión ví la mejoría en mi. A la tercera, fui capaz de reconducir mi camino personal y profesional. Mucho más ligera de equipaje, porque sentía que había dejado una mochila muy grande detrás.
Todo lo que nos pasa, pasa por alguna razón. El confinamiento me sirvió para reflexionar, meditar, encauzar mi vida y conocer una técnica aparentemente sencilla, pero muy muy efectiva.
Estas sesiones, me han servido no solo para bajar ese nivel de ansiedad, sino para saber muchas cosas de mi que desconocía y del porqué reaccionaba de cierta manera ante ciertas situaciones.
No hay palabras para dar las gracias lo suficiente a María. Gracias, Gracias, Gracias